44 Se convocó la asamblea para prepararse a la guerra, hacer oración
y pedir piedad y misericordia.
45 Pero Jerusalén estaba despoblada como un desierto, ninguno de
sus hijos entraba ni salía; conculcado el santuario, hijos de extraños en la
Ciudadela, convertida en albergue de gentiles. Había desaparecido la alegría
de Jacob, la flauta y la lira habían enmudecido.
46 Por eso, una vez reunidos, se fueron a Masfá, frente a Jerusalén,
porque tiempos atrás había habido en Masfá un lugar de oración para Israel.
47 Ayunaron aquel día, se vistieron de sayal, esparcieron ceniza sobre
la cabeza y rasgaron sus vestidos.
48 Desenrollaron el libro de la Ley para buscar en él lo que los
gentiles consultan a las imágenes de sus ídolos.
49 Trajeron los ornamentos sacerdotales, las primicias y los diezmos,
e hicieron comparecer a los nazireos que habían cumplido el tiempo de su
voto.
50 Levantaron sus clamores al Cielo diciendo: «¿Qué haremos con
éstos? ¿A dónde los llevaremos?
51 Tu Lugar Santo está conculcado y profanado, tus sacerdotes en
duelo y humillación,
52 y ahí están los gentiles coligados contra nosotros para
exterminarnos. Tú conoces lo que traman contra nosotros.
53 ¿Cómo podremos resistir frente a ellos si no acudes en nuestro
auxilio?»
54 Hicieron sonar las trompetas y prorrumpieron en grandes gritos.